Estoy seguro de que la feliz apariencia ajena alimenta nuestras frustraciones, pero seguimos comiendo redes a paladas. Hasta que, de vez en cuando, a alguien se le infla la desazón e irrumpe con sus penas.
En una época en la que el algoritmo se nutre de nuestras nostalgias y conduce al rebaño, más que nunca debemos poner el foco allá donde no llega la luz.
La tentación de escucharlo todo conlleva la penitencia de no escuchar (casi) nada. Como con la información: picamos mucha, sin entrar a fondo, despreciando el contexto. Y la saturación de picoteo produce apatía democrática y (re)produce monstruos.
Wadada Leo Smith las abandonó por completo. A Sidsel Endresen le preocupa la presión que ejercen sobre sus alumnos. Pero sus carreras ya no dependen de ellas. Una reflexión sobre las redes sociales y las nuevas generaciones del jazz.