Club de Jazz 22/04/2024
Dan Weiss

Artículos, entrevistas, opinión...

Democracy for listeners (¡Va por ti, Marianne!)
por Carlos Pérez Cruz

Liquid Trio + Trio MARS


La llevaba puesta hace unos días el bueno de Ferran Conangla, técnico de sonido responsable de algunos de los mejores registros de jazz e improvisación por estos lares. Una camiseta en la que se podía leer: “Democracy for listeners”. El lema, si no me equivoco, funciona como filosofía y promoción de un fabricante alemán de altavoces y amplificadores que defiende que cada espectador, con independencia del lugar que ocupe en la sala, debe poder escuchar la música con igual calidad.

Pensaba en esa utopía después del concierto con el que el sábado celebramos en el Centre Cultural Albareda, del barrio barcelonés de Poble Sec, los 87 (casi 88) años de vida de Marianne Brull. Me acordé del lema poco después de acabar, en ese instante en el que la electricidad emocional de lo recién vivido hace que lo que te rodea parezca más hermoso pero que, a la vez, lo feo se acentúe más. Porque lo que vivimos fue hermoso. Intenso, profundo, emocionante, íntimo, colectivo. Excepcional. Pero he ahí uno de los problemas. Que el “éxito total” con el que me resumió una espectadora la celebración subraya la excepcionalidad de lo vivido.


Trio MARS


La democracia para los oyentes no es solo que todos puedan escuchar con igual calidad. Es -y estamos a galaxias de distancia de lograrlo-, que todas las músicas tengan opción y derecho a acceder a sus potenciales oyentes. Que los altavoces del sistema permitan reproducir la diversidad asombrosa de sonidos que existen en este mundo, no solo los que pasan por el estrecho embudo del margen de beneficio y del entretenimiento. Que quienes tienen en su mano abrir o cerrar el grifo cumplan con su responsabilidad de no birlarle al ciudadano el conocimiento de aquello que, hoy por hoy, se le niega. Es, en definitiva, que nunca nos debamos exaltar como Marianne Brull el día que descubrió las músicas improvisadas. “¿Por qué nunca nadie me ha dicho que esta música existía?”, le espetó Brull al pianista Agustí Fernández tras asistir en 1997 a su primer concierto de improvisación.


Agustí Fernández


La pregunta de Marianne a Agustí no solo es legítima, sino que da en el clavo. 26 años después seguimos ahí. Un cuarto de siglo después de aquel concierto de homenaje a Durruti organizado por el pianista es casi imposible saber que existen músicas como las que nos regalaron el Liquid Trio (Agustí Fernández, Albert Cirera y Ramon Prats) y el Trio MARS (Jordina Millà, Núria Andorrà y Sònia Sánchez) en el Albareda. El sábado la homenajeada era ella, pero me consta que hubo entre los asistentes a quien, al igual que le pasó a la suiza en el 97, se le abrió un mundo. Que siempre es algo bonito y digno de celebrar, pero, de nuevo, pone de relieve la excepcionalidad.


Sònia Sánchez


Se trata de combatir nuestra propia pereza, de tener curiosidad, de no dejarse llevar por la inercia y de poner de nuestra parte, de alejarnos del oligopolio del entretenimiento y de estar dispuestos a ser espectadores activos, a abrirnos a más espacios de placer y conocimiento, para que nuestro mundo gane en profundidad. Se trata de huir como de la peste del lenguaje cada vez más simple, favorecido por las redes sociales, y, por el contrario, de ganar en matices, sutileza y complejidad.

No se trata de aspirar a la masificación, pero sí a que se den las condiciones para que el ciudadano pueda configurar su mundo de forma consciente e informada. Se trata de que los medios de comunicación no censuren (sí, censuren) aquello que con frecuencia ignoran, que no sean condescendientes con su audiencia, a la que con frecuencia se protege (¿?) de forma paternalista (el oyente como párvulo). Se trata de muchas cosas, pero en resumen, de crear las condiciones para que lo del sábado no resulte tan excepcional.


Liquid Trio


Porque fue excepcional que un centenar de espectadores pudiera escuchar cada detalle, por sutil que fuera, de la conjura sonora de Albert Cirera, Núria Andorrà, Ramon Prats, Sònia Sánchez, Jordina Millà y Agustí Fernández. [De ello fue en gran medida responsable Jordi Salvadó, otro de la tribu de Conangla, empeñado en la democracia del sonido]. Fue excepcional que los seis se subieran a un escenario en Barcelona, la ciudad donde han desarrollado la mayor parte de sus carreras y donde rara vez se los puede escuchar fuera de los antros más inhóspitos de la ciudad (¡Vivan los antros!). Fue excepcional el silencio, ese comportamiento cívico en extinción, cuya violación constante impide olvidarse por unos minutos de uno mismo y diluirse y perderse sin interferencias en el sonido.

Y fueron excepcionales, por encima de todos, los seis. De los varios momentos en que se me hizo un nudo en la garganta (ay, Marianne...), hubo uno que quizá pasó desapercibido, pero fue cuando los nombré uno a uno. No me lo podía creer. ¡Va por ti, Marianne!

Texto: Carlos Pérez Cruz

Fotografías: Astrid Lozano

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