Club de Jazz 25/03/2024
Adrián Royo

Artículos, entrevistas, opinión...

Sola no estás
por Carlos Pérez Cruz

Cristina Mora

El comportamiento humano en las redes sociales es como los escenarios de cartón-piedra, que pueden ser muy aparentes por fuera pero esconden el vacío interior. Excepciones siempre las hay, pero es así en general. Mucho ruido y pocas nueces. Mucha pose y poco retrato. Si los hiciera un buen fotógrafo, la realidad proyectada sería mucho más oscura. Como nos los hacemos nosotros, pasa lo que pasa. Lidiar con el autorretrato es hacerlo con nuestros propios fantasmas.

Preferir preferimos mostrarnos activos, felices, imparables, de fiesta. Pero rascas un poco y hay más hastío que jolgorio. Si me ciño al mundo del jazz y la impro (mi negociado), lo que hay es demasiado tiempo libre, demasiado vacío por llenar, demasiada frustración por encubrir. Son tales las carencias que se ha convertido el ensayo y el estudio en material de exhibición. Lo vemos todo para terminar escuchando nada. Somos tenderos vociferando la mercancía. ¡Menuda cacofonía!

Estoy seguro de que la feliz apariencia ajena alimenta nuestras frustraciones, pero seguimos comiendo redes a paladas. Hasta que, de vez en cuando, a alguien se le infla la desazón e irrumpe con sus penas. “En fin, que si saco discos es porque no lo puedo evitar, pero no porque no sienta esta soledad que me mata por dentro... soledad musical es poco...”, escribía en su cuenta de Facebook la cantante Cristina Mora. Más adelante, en respuesta a uno de los comentarios, Mora añadía que “ya todo el mundo tiene acceso a la música gratis por todas partes, nadie la mima, nadie la cuida, nadie la valora, nadie la respeta… La gente no sabe todo lo que hay detrás de la auto producción de un álbum…”.

Lo irónico del caso es que el último disco publicado por Cristina Mora se titula Canciones para no perderme y que de ellas escribe: “Si algo le debo a estas canciones es haberme mantenido a flote”. Añade: “Si en algún momento quise desaparecer y dejar de creer en la música, ellas me tendieron la mano”. Pero claro, si se cantan para un auditorio vacío o, peor, si no hay auditorio que las acoja, el riesgo es acabar trastornada por ellas. Frustrada. Dolida. Vacía.

Es jodido esto de la música (del arte, en general), porque, si se hace de verdad, es lo más parecido a un desnudo integral. Ningún estado de mayor vulnerabilidad humana que el del desnudo, y Mora se ha desnudado de veras en su último disco, que ha mimado mano a mano con su pareja, el pianista Moisés P. Sánchez. A pesar de todo, creo que ha encontrado una respuesta insatisfactoria a la pregunta de uno de los títulos incluidos en el trabajo: Can you hear me. No siente compensada su dedicación “en cuerpo y alma”.

Lo siento por Cristina, pero lo tiene chungo. Ella misma lo dice: “No lo puedo evitar”. Esa es la grandeza y el drama de una creadora, que por mucho que lo intente, no podrá esquivar una nueva canción. Quizá no hoy ni mañana, pero lo inevitable, por definición, no puede eludirse. Y ya le advierte en una cariñosa y animosa respuesta la poeta Ángeles Mora, su madre: el dolor forma “parte de todo el vaivén de nuestra vida”. Lo importante es ser capaz de gestionarlo como para que no se arroje la toalla por “hartazgo, apatía, cansancio”, que es lo que hizo hace ya unos años otra de las intervinientes en su post.

No soy muy partidario del uso de las redes con fines de desahogo o terapia, pero entiendo la pulsión. Entiendo igualmente que el trabajo de Cristina Mora merece mejor suerte, pero también que los factores que la propician no siempre están en su mano. Su frustración, como la de otras tantas creadoras, nos habla del país en el que vivimos, de la sociedad a la que vamos dando forma, de la vida que llevamos, de los medios que nos incomunican. Nos habla también de nosotros, que somos contradicciones con patas, incapaces de actuar en coherencia por miedo, por inercia, por arrastre. Si te sirve de consuelo, Cristina, “Sola no estás”. Y ese es siempre un punto de partida.

Texto: Carlos Pérez Cruz

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