Club de Jazz 25/03/2024
Adrián Royo

Artículos, entrevistas, opinión...

The 2018 NEA Jazz Masters Tribute Concert (Pat Metheny, Dianne Reeves, Joanne Brackeen y Todd Barkan)
por Carlos Pérez Cruz

NEA Jazz Masters 2018

Se le puso la cara de pillo de quienes siguen viviendo en el niño que fueron, de quienes son felices por haber llegado a ser lo que soñaron, cuando entre aplausos lanzó su dardo: “Los políticos van y vienen; la buena música tiene formas de durar y de seguir influyendo por mucho, mucho, mucho, mucho tiempo”. Más adelante, con la misma activa serenidad que caracteriza su música, añadió: “Habiendo vivido un montón de altibajos políticos, si pienso en mi música favorita, resulta difícil de recordar qué administración estaba al mando en este o en aquel momento”. Pat Metheny, la eterna melena del jazz, uno de las voces creativas más fascinantes de la guitarra, le ponía a la noche el necesario punto de reivindicación política desde el arte. ¡O por el arte! No era una pulla gratuita.

Metheny, con más de cuatro décadas de vida profesional, y aun siendo uno de los pocos jazzistas que (se) han (ganado y) obtenido el privilegio del reconocimiento y (cierta) fama mundial, es consciente de la crudeza de la profesión. Como señaló, “quienes sacarán mayor provecho de nuestro duro trabajo, en el que estamos tan comprometidos, posiblemente no han nacido todavía”. La historia del arte más personal y profundo está llena de ejemplos, y el jazz es una música que “a menudo trasciende a la cultura en la que se practica, incluso aunque esté marcada en gran medida por las fuerzas del tiempo en que fue concebida”. Una música que trasciende el tiempo en unos tiempos y en un país en el que lo intangible está penalizado por el materialismo y la voracidad capitalista, en el que ser músico de jazz es de una insolencia insólita. Metheny sabía bien por qué apuntaba, sin citarlo, al actual inquilino de la Casa Blanca: en su propuesta de presupuestos para 2018, Donald Trump se cargaba el National Endowment for the Arts (Fondo Nacional para las Artes), una agencia federal independiente dedicada a financiar y dar apoyo a las artes. Es decir, el presidente dinamitaba uno de los pilares garantistas del pensamiento, la creación y la libertad del país.

NEA Jazz Masters 2018 - Pat Metheny

La NEA, fundada en 1965, lleva apoyando el jazz desde 1969 con la organización y financiación de conciertos, giras, festivales, becas, proyectos educativos, etcétera. En 1982 estableció los 'NEA Jazz Masters', considerado en Estados Unidos como el mayor reconocimiento posible a la trayectoria de un músico de jazz, por el que el galardonado recibe una beca por valor de 25.000 dólares. Con los tres de este año, la cantante Dianne Reeves, la pianista Joanne Brackeen y el propio Pat Metheny, un largo centenar de músicos han recibido tal distinción. A ella se añadió en 2004 la categoría de 'Jazz Advocacy', para quienes contribuyan “al disfrute, conocimiento y progreso” del jazz. En esta ocasión, Todd Barkan, empresario del jazz (siento el oxímoron) que, desde 1972 y durante más de una década, dirigió el club Keystone Korner de San Francisco, además de haber producido cientos de grabaciones o dirigido la programación del Dizzy's Club, en el Lincoln Center de Nueva York. Con la celebrada por tercer año consecutivo en el auditorio principal del Kennedy Center for the Arts, en Washington DC, son ya 36 las ediciones de esta ceremonia de celebración del jazz, “la música más democrática y, al mismo tiempo, la más singular”, en palabras de Barkan.

La fiesta se concibe como un concierto de tributo a los galardonados. Para los tres músicos premiados, un descanso de su actividad en el escenario. Para Barkan, el placer de ver a otros hacer por él el trabajo de programación. En su honor salió a escena el octogenario pianista Eddie Palmieri, con una banda que incluía al contrabajista John Benitez. Un guiño a los inicios de Todd Barkan cuando remataba sus jornadas laborales como pianista de jazz latino a finales de los sesenta. Palmieri puso la salsa que tuvo también el discurso de Barkan al recordar anécdotas, como la del concierto benéfico que organizaron en 1973 Rashann Roland Kirk (al que considera su mentor), Freddie Hubbard, McCoy Tyner, Ron Carter y Elvin Jones en un teatro de Oakland “para ayudar a que el club pudiera comprar una licencia completa [de venta] de alcohol”; o los 2.500 dólares a los que renunció en 1974 Miles Davis por una semana de conciertos en el Keystone Korner, “porque tú y el club necesitáis más el dinero de lo que yo lo necesito ahora”, según reveló Barkan imitando la voz grave y rasgada del trompetista.

NEA Jazz Masters 2018 - Jason Moran

La ceremonia, que había arrancado vigorosa, se detuvo durante varios minutos. Silencio mientras en el escenario se montaba y desmontaba a contrarreloj para la siguiente actuación. Minutos de parón y enfriamiento extraños (y aparentemente no previstos) para el país con mayor sentido del espectáculo. La extraña falta de sincronía fue todavía más evidente cuando el siguiente grupo malinterpretó unas palabras sobre Pat Metheny de la presidenta del Kennedy Center, Deborah F. Rutter, como la señal para empezar a tocar. Una vez que el baterista Antonio Sánchez (colaborador habitual del guitarrista de Missouri) arrancó el motor, ya no hubo quien parara la maquinaria de hasta seis guitarristas, en ciclos de dúos, que rendía tributo al maestro. Entre ellos, Gilad Hekselman y la chilena Camila Meza, que dieron vida a música de Metheny en un ejercicio un tanto atropellado y carente de rodaje. En realidad, ese fue un denominador común de casi todas las intervenciones musicales, incluida la aparente falta de sintonía que hubo entre el joven pianista James Francies (que próximamente publicará en Blue Note su primer disco) y su rítmica, el contrabajista Christian McBride y la baterista Terry Line Carrington, durante el homenaje a Joanne Brackeen. La pianista es la única mujer que haya formado parte de los legendarios Jazz Messengers, del baterista Art Blakey. Fue entre 1969 y 1972. Labor de mensajería pedagógica que ella ha llevado a cabo en diferentes instituciones, como la universidad Berklee, de Boston, y que sigue realizando a sus 79 años.

NEA Jazz Masters 2018

Mayor duende tuvo la actuación de la cantante que más elogios despierta en estos últimos años: Cécile McLorin Salvant, que le restó oxígeno al auditorio para llenarlo con la profunda ligereza con la que maneja su voz, en un tributo que reconoció admirada la propia homenajeada, Dianne Reeves. Eslabón entre las grandes del pasado (especialmente Sarah Vaughan) y el presente encarnado por voces como la de McLorin, Reeves aprovechó su intervención para recordar sus inicios sobre un escenario a los doce años y, muy especialmente, a su mentor, el gran trompetista Clark Terry. Fallecido en 2015, Terry la apadrinó sobre el escenario, “en la escuela de la vida”, cuando apenas era una quinceañera. “Con Clark aprendí que una cosa era el instrumento y otra mi voz, que es el alma”. Alma que terminó agitada con el baile que se marcó en escena durante la actuación final de la cantante Angélique Kidjo, broche a una noche irregular en la que Jason Moran, director artístico del departamento de jazz del Kennedy Center, ejerció de maestro de ceremonias e improvisó al piano durante un breve homenaje a los galardonados de otros años que han fallecido recientemente, incluido el insobornable Cecil Taylor.

Carlos Pérez Cruz

Nota: las fotografías de Jason Moran (de espaldas al piano) y de Pat Metheny (durante el discurso) son de la organización del Kennedy Center. El resto son propias.

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