Reseñas de discos

Tengo la sospecha de que Joachim Kühn está en disposición de grabar un disco diario. Su espíritu anda desatado y nos viene fenomenal que ignore las posibilidades de la red de internet para no caer en la tentación (él y nosotros) de tener acceso diario a nuevas digresiones pianísticas. Después de la abrumadora caja de seis discos de piano de 2010 (Soundtime), una grabación como ésta, un “único” CD, “apenas” una hora de música, parece casi el Almax de la digestión. Por si todavía estábamos tratando de asimilar el géiser de notas, llega Kühn con este Free Ibiza, cuyo título no se sabe muy bien si reivindica o constata. Es probable que sea una mezcla de ambas cosas, ya que si hay una Ibiza secuestrada por el exceso y el artificio, la hay también íntima y natural. Y ese es Joachim Kühn, un pianista excesivo a la par que íntimo, con una comprensión (sobre)natural de los artificios musicales. Un compositor que desparrama, que vacía de sentido los moldes de fábrica. Hay estructura y no la hay, pero hay sobre todo un dibujo creado sobre el vacío del espacio. Ventajas de la soledad, se dirá, aunque a esa libertad no es tan fácil darle el sentido de coherencia que transmite el alemán (o ibicenco, según se mire). Escúchese, por ejemplo, Mar y Sal Nights. Lo que parece ser una simple idea melódica, sobre la que gira con pesadez de tentativa (en mis oídos resuena como el reverso tenebroso de Lonely Woman), se desenrosca en ese puntillismo incontinente de la mano derecha del pianista, ese arreón por oleadas de frenesí tan característico suyo, que acaba remansándose con el recuerdo de la melodía: la sal sobre la arena que dejó el mar en sus arrebatos de bravura.

Oyente compulsivo de música, Joachim Kühn la regurgita por los dedos y en el sacudido de su cabeza (su particular exorcismo escénico). La expresividad volcánica no logra sepultar un agudo sentido de la melodía. De ella parte en muchos temas, como en Flamingos at Cap des Falco (en la línea de sus Der Wanderer y Transmitting, temas modales sobre un ostinato rítmico), pero con ella y desde ella se aleja de la tradicional estructura armónica y rítmica del Jazz. Si se escucha con atención, si se ponen los cinco sentidos - como cuando antaño uno trataba de descifrar los rebotes de señal de una emisora de onda corta - se perciben interferencias asombrosas, tanto del continente africano como de Europa Central. Pero Kühn atrae de tal manera, que uno no se da cuenta de que el pianista está girando la rueda de sintonización de un lado hacia el otro a su antojo. Lo mismo resulta espasmódico, percusivo y chorrea de notas los sentidos - caso de la serie Free Ibiza (en sus versiones Afternoon y Night) -, como vive en Talamanca una swingueante historia de cine negro con su correspondiente amor fatal, voluptuoso como él al piano.

Que no nos engañe su amanecer Early Morning (tercera de la serie Free Ibiza). Aunque una secuencia de notas graves parezca advertirnos ante un mal despertar de la “bestia”, pronto la música invita al chasquear de los dedos mientras se recupera la voz, tan grave de par de mañana. Se impone la alegría swingueante con la bienvenida al sol. ¡Como para no! En su paraíso ibicenco se intuyen muchos Moment of happiness, como los que a mí me proporciona su Clean Vision, una de esas gloriosas alucinaciones barrocas del oasis mental de Joachim Kühn, el pianista de las digresiones insaciables.

Carlos Pérez Cruz

Nota: publicado originalmente en la revista 'Cuadernos de Jazz'.