Club de Jazz 3/06/2024
Matt Mitchell

Reseñas de discos

Gonzalo del Val Trío - Koiné
Fresh Sound - 2016
Año: 2016
Sello: Fresh Sound
Músicos: Gonzalo del Val (batería), David Mengual (contrabajo), Marco Mezquida (piano)

Gonzalo del Val Trío - Koiné

Sin lenguaje no hay comunicación, o la hay precaria, gestual. Que las lenguas son diferentes, porque utilizan diferentes combinaciones de letras, grafías y sonidos para expresar un mismo concepto, resulta una obviedad, pero lo que hace importante a una lengua es cómo describe el mundo y, por lo tanto, cómo explica nuestra mirada al mismo y nos relaciona con él. Son cultura en tanto que ejercen de marco de comprensión de la realidad, tan diversas como complejas son las diferentes realidades. Que le pregunten a un traductor la dificultad para encontrar equivalencia entre palabras de diferentes lenguas. Muchas no la tienen. Por eso la coexistencia de varias en un mismo espacio geográfico implica una mayor riqueza cultural. La convivencia en la diversidad ya es otra cuestión.

Viene esta reflexión a partir del concepto que Gonzalo del Val nos propone como título del segundo trabajo de su trío junto a David Mengual y Marco Mezquida, Koiné, palabra que, como se explica en el libreto, es "la lengua común adoptada por los griegos en la época alejandrina, que se formó a partir de los dialectos más extendidos y que originó el griego moderno". O, como expresa el diccionario, "lengua común que resulta de la unificación de ciertas variedades idiomáticas". Siendo más escuetos, koiné significa común. Es decir, lo que se comparte, la intersección de las diferencias, entendidas éstas no necesariamente como antagonismos sino como experiencias y percepciones complementarias. Koiné es poliédrico, nunca uniforme. La uniformidad es cosa de fascismos.

Si el anterior disco del trío lo afrontaban como relación de iguales entre Three Generations, por diferencia de edad, experiencias generacionales y profesionales, este Koiné abunda en la idea del terreno compartido por diferentes, con Barcelona como koiné geográfico, lugar de encuentro de un mirandés, un barcelonés y un menorquín, y el jazz como koiné lingüístico, lengua de lenguas con abundantes dialectos cuyas normas se articulan, para horror de los talibanes de la uniformidad, con la práctica. Esa es la grandeza del jazz, de la música en general, cuando omite reverencias maximalistas y se dedica a lo que se dedica este trío: a hablar por sí mismo. Lo que ha hecho grandes a determinados grupos no es tanto que hayan descubierto América como que, fruto de una relación horizontal prolongada en el tiempo, han configurado su propia forma de articular las palabras, tienen sus propios dejes lingüísticos, dentro de la gran lengua común del jazz.

Hay ocasiones en que el factor diferencial de un proyecto viene determinado por la búsqueda a conciencia de algo que no se haya dicho todavía; otras, como en el caso del trío de Gonzalo, por una actitud relajada, carente de pretensiones grandilocuentes, pero con plena conciencia del porqué de hacer música. No hay objetivamente nada nuevo bajo el sol de este Koiné, pero sí algo quizá más complejo que un plato de Ferran Adrià: la sencillez. Compleja sencillez, llena de matices y sutilezas que proceden de una relación sin jerarquías, de la escucha activa y la profundidad de cada palabra/nota. La aparente ligereza, el romanticismo nada afectado, la introspección tan luminosa de los tempos medios y lentos, la flexibilidad con la que se rubatea la música, cómo respira..., la música de Koiné es la lengua común que hablan tres músicos con (re)conocimiento del pasado y conciencia del presente. Feliz confluencia de tres dialectos musicales. Diferentes en armonía.

Carlos Pérez Cruz

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