Tiene la Nova Jazz Cava de Terrassa forma de cápsula espacial. De forma octogonal y techo de altura catedralicia, podría ser tanto la sede de un observatorio astronómico como un granero. El grano es fundamental: un alimento básico; el telescopio permite echar un vistazo al futuro. Algo de eso hay ahí dentro. El grano es la historia del jazz y Terrassa, cosechada en fotografías, viñetas, autógrafos, baquetas, etcétera. El telescopio se sitúa en el escenario, donde propuestas como la del pianista Jose Carra permiten aventurar formas futuras del jazz con mucho presente y, a su vez, nutridas por el pasado.
El malagueño es una de esas contadas y maravillosas excepciones del jazz ibérico que se aventuran a crear su propia galaxia, una en la que el pianista orbita con gravedad y, a su vez, ligereza alrededor de sus variadas obsesiones y pasiones. En un país con cada vez mejores músicos no son tantos los que, además, buscan y aciertan a crear su propio paisaje sonoro, una gramática propia, una que resulte familiar y, a su vez, diferente y original. Carra integra en ella elementos de la música popular, del romanticismo clásico, del rock sinfónico y del jazz entendido como un lenguaje pero, a su vez -y más importante quizá-, como una plataforma para la exploración libre.
El Satélite de Jose Carra es épico y gloriosamente excesivo, de una pomposidad aligerada por el buen rollo y humor sobre el escenario, que elimina de golpe (o de un baquetazo de Dani Domínguez) cualquier tentación de grandilocuencia. Tras un bloque hilado de tres temas, se disculpaba Carra por la intensidad emocional de inicio, pero es precisamente esa intensidad y la emoción sincera la que te cautiva. Si te atrapa, no hay salida. Es música con cualidad de bucle, sobresaltada con estallidos de electricidad rockera sobre una base de intimidad e introspección plagada de pequeños detalles de fantasía. De pronto, es casi de juguete.
Emociona de verdad ver que todavía hay tipos empeñados en ignorar que fuera de la cápsula abunda la indiferencia, que crean porque les va la vida en ello. Lo hacen contra las circunstancias, siempre variadas en sus argumentos, pero casi siempre excusas, me temo. Seguirán en ello, o al menos eso espero, pero no será porque (se) lo apreciemos.
Texto y foto: Carlos Pérez Cruz
