Club de Jazz 3/06/2024
Matt Mitchell

Conciertos

Abe Rábade & Víctor Prieto
Salón Regio, Vigo, 28 de abril de 2019
Músicos: Abe Rábade (piano), Víctor Prieto (acordeón)

Abe Rábade - Víctor Prieto

Rábade y Prieto, calculada tormenta

Hay ejercicios emocionales que huyen de la mística. Del ritual y la pompa. Sin embargo, la normalidad puede encerrar el más secreto de los rituales. Prieto, Víctor, lo entendió rápido. Con el público ataviado de relajada impaciencia, entró a su ritmo. Con ese frenesí acompasado que acompaña tanto a su vida como a su música. Rábade, Abe, llegó después, con ese tran-tran solemne que precede a la agitación medida, a la calculada tormenta.

Un dúo que llegó por separado pero con los sensores empáticos activados desde hace muchos años, cuando se conocieron y, reconocieron, en el Berklee College of Music. Abe llevó la batuta de las presentaciones. Introdujo a la pareja, si es necesario a esta alturas presentar respectivamente a acordeonista y pianista y, en ese mismo instante, la dulce contundencia que impregna a la pareja despegó.

Rábade tocó descalzo. Sin partitura, buscando en el techo de la sala la siguiente bocanada que al resto nos faltaba. La conexión del compostelano con el piano es tan íntima que, como un escultor en arcilla, se remangó, buceó en su interior y le hizo hablar a ritmos, a estruendos medidos que amortiguasen el torrencial sonoro que Prieto perpetraba a su derecha.

Abe abría la boca esperando a que el acordeón provocase el gran relámpago previo a la lluvia. Y llovió. Llovieron compases trepidantes con nombres de Lorca, Chris Cheek o el chamán al que siempre recurre Prieto cuando empieza a crepitar el fuelle: Astor Piazzolla.

Mientras, el acordeón de Víctor Prieto trataba de seguir el ritmo del propio Prieto en una nueva exhibición de virtuosismo explosivo; en ocasiones incluso delirante. Un acordeón intentando, sin éxito, embridar la locura desbordante de su intérprete. El talento y la fiereza cabalgando juntas.

Cuando el ourensano pasó página y frente a él apareció Libertango, el dúo conectó por primera vez. Tras un ejercicio vibrante, se atravesaron con los ojos y plantaron la semilla de una formación que nacía donde tenía que nacer: la Galicia de ambos, mediada, eso si, por la causalidad americana que su pasada y, en el caso de Prieto, presente experiencia, une sus caminos.

Y como llegaron, se fueron: dejando ese aroma de normalidad que solo la genialidad- esa que no entiende de más demostraciones que las expuestas durante el acto creativo y no después- produce.

Rábade y Prieto. En cualquier lugar.

Texto: Sergio Pascual (Laboratorio de Radio)

Fotografía: Facebook de Víctor Prieto

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