Club de Jazz 3/06/2024
Matt Mitchell

Conciertos

Julia Hülsmann Quartet
Auditorio Municipal do Concello de Vigo (12º Festival de Jazz de Vigo 'Imaxinasons') || 2 de julio de 2016
Músicos: Julia Hülsmann (piano), Marc Muellbauer (contrabajo), Heinrich Köbberling (batería), Tom Arthurs (trompeta)

Julia Hülsmann Quartet || Imaxinasons 2016

En el imaginario colectivo, el jazz se nos aparece como una música expresiva, en la que, al contrario que con la clásica, no importa tanto la precisión y la exactitud de la ejecución como la capacidad de transmitir algún tipo de emoción. Un error no es tal sino una nueva posibilidad. También sucede en el ambiente académico, donde al jazz siempre se le ha mirado con una cierta condescendencia. Dicho de otro modo: nosotros aquí pringando para tocar perfecto y vosotros con licencia para tocar de cualquier manera. El jazz como un mundo capaz de acoger a cualquiera, sea cual sea su técnica. Cierto es que algunos aspirantes a titulación también lo creían.

La belleza de la imperfección ha sido santo y seña de esta música y lo seguirá siendo, porque los parámetros de la improvisación son otros e incluyen la posibilidad de la condición humana. Pero hace ya tiempo que la condición humana del jazzista incorpora también el gen de la perfección, y de ella fue buena prueba la actuación del cuarteto de la pianista Julia Hülsmann. Su paso por el festival vigués fue una muestra del arte de la precisión, la elegancia, la delicadeza y el máximo cuidado del detalle, sin que toda esa exigencia restara un ápice de expresividad ni libertad. Y he ahí una fabulosa combinación: la libertad y la fluidez del discurso en un marco de control estricto. Una máquina perfecta en la que las bielas son de seda.

Julia Hülsmann Quartet || Imaxinasons 2016

La tecnología alemana del trío de Julia sumó con acierto hace unos años al trompetista inglés Tom Arthurs, que se anticipó hace tiempo al Brexit instalándose en Berlín. Arthurs, cuya trompeta no hace ascos a ninguna expresión del mundo de la improvisación, se descubrió como un poeta del sonido. Se recrea en la belleza de cada nota, como si cada una de ellas fuera la última y más importante. Todas tienen peso, y a la vez una ligereza asombrosa. Sobrevuela el paisaje sonoro con tacto, roza con levedad el suelo armónico y rítmico que le ofrece el trío y danza con él, un baile de sensualidad susurrada. La exuberancia de lo frágil.

Los cuatro aportan composiciones a la música del grupo, aportación de iguales en un cuarteto a nombre de Julia, cuyo ego se diluye en beneficio de una música en la que importa más la acción colectiva, los continuos juegos internos de la música, que los solos. Cierto es que Tom es el más beneficiado en términos de lucimiento, pero sería injusto no fijarse en los complejos juegos rítmicos del trío, en ese contrapunto menos evidente para el espectador, pero imprescindible para que la música, incluso en sus momentos más íntimos y estáticos, fluya de la forma en que lo hizo. Y lo hizo con tal precisión y expresividad que el premio fue la petición de dos bises, con guiño a Manuel de Falla y su "Nana" incluido. Como bebés recién acunados nos quedamos.

Carlos Pérez Cruz

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