Club de Jazz 3/06/2024
Matt Mitchell

Conciertos

Pocket Corner
'Matadero' (Huesca) || 8 de noviembre de 2016
Músicos: Didrik Ingvaldsen (trompeta y corneta), Ståle Birkeland (batería), Aleksander Grønstad (guitarra), Glenn Brun Henriksen (saxo alto)

Pocket Corner

"¿Qué es hoy? ¿El día del ruido?", les preguntó a los técnicos de sonido. Acababa de entrar en la sala y se vio sorprendido por la bola de fuego sónico que le golpeó al abrir la puerta. Era la prueba de sonido (muy alto) de un concierto (muy poderoso) del cuarteto noruego Pocket Corner. Relacionó volumen con ruido. Curioso: los ruidos suelen ser mucho más sordos.

Pocket Corner celebra treinta años. Mejor dicho, su creador, el trompetista Didrik Ingvaldsen, los celebra. El nombre no es tanto el de un grupo como el de un proyecto vital por el que, según me confesó Ingvaldsen, han pasado más de un centenar de músicos en estas tres décadas. Por ejemplo, el baterista Paal Nilssen-Love, hoy un referente ineludible de la improvisación más punk que empezó a perfilar junto al trompetista cuando todavía era un adolescente. Didrik Ingvaldsen ejerce en cierto modo de mentor. Cual Art Blakey con sus Messengers, bajo el paraguas de Pocket Corner van pasando jóvenes músicos, como los tres que le acompañan en su más reciente encarnación. Uno de ellos, el baterista Ståle Birkeland, estuvo en Huesca un año antes con el trío de experimentación extraterrestre The Geordie Approach. Su versatilidad, probada.

Pocket Corner || Stale Birkeland

En realidad, Ståle voló entonces y voló en esta ocasión, pero los mimbres musicales de The Geordie Approach y de Pocket Corner apenas guardan relación, más allá de una voluntad creativa sin edulcorantes. Eléctrico entonces, acústico ahora con un cuarteto que prescinde del bajo para fiar su caminar al magma rítmico y tímbrico de guitarra y batería, pilares para la consistencia de las composiciones de Ingvaldsen. Por su visceralidad y melodismo, la música remite, por ejemplo, al John Zorn del cuarteto Masada. El trompetista equilibra con gran habilidad composición e improvisación, genera una sensación de libertad absoluta cuando, en realidad, los detalles están cuidados con mimo. Así, junto al saxofonista Glenn Brun Henriksen, establece líneas al unísono -por ejemplo, melodías de notas largas que establecen un contrapunto al nervio general de la música- o duelos de pregunta y respuesta azuzados desde la batería, que permiten al guitarrista Aleksander Grønstad ametrallar en paralelo, estableciendo así disociaciones que culminan en nuevas asociaciones. Música realmente cooperativa y viva, muy viva.

Didrik Ingvaldsen

Pocket Corner vino a demostrar (si es que había...) que la visceralidad no está reñida con el detallismo, que la cuidada factura de las composiciones de Ingvaldsen no discute la libertad y la inventiva de los solistas, todo lo contrario. También que una técnica trompetística como la suya, con fundamentos y expresividad clásica, no desentona en contextos en teoría menos refinados, más proclives a entenderse en términos de sonido que de notas. Las dio en su sitio, con un control admirable de recursos y energías dentro de un cuadro tan agitado y pasional. Hora y cuarto sin tregua, poderosa, versátil e intensa de una formación que, aunque no aparece en la primera división mediática del jazz nórdico, ni parece haber trascendido mucho más allá de sus fronteras, mostró un nivel y una consistencia de Champions. Su virtuosismo fue la plataforma para el desarrollo vertiginoso de música que era pura emoción.

Una reflexión y una pregunta para acabar. La primera: mientras como espectadores (y programadores) nos mueva la popularidad (merecida o inducida) de los nombres en cartel, nuestro cuadro vital tenderá al monocromo. (Ya, el desierto no escucha...). La segunda: si Pocket Corner ocupa la retaguardia del frente de grandes nombres del jazz noruego, ¿qué lugar ocuparía por estos lares? ¡Ay!

Texto: Carlos Pérez Cruz
Fotografías: Jesús Moreno

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