El séptimo trabajo discográfico del trío del pianista sueco Esbjörn Svensson (comercialmente E.S.T.) supone la confirmación de un camino estético propio. Un sonido atmosférico reconocible que gusta del rock y que parece seguir bajo los efectos de la visión de Yuri Gagarin de la tierra desde el espacio.
La electrónica se va incorporando a la música del trío. Lo hace de manera sutil y medida. Pequeñas distorsiones para unas composiciones que gustan del in crescendo hacia el clímax y de baladas tintineantes.
Aunque lejos de virtuosismos, la mano derecha de Svensson destaca por su tremenda agilidad. Sus compañeros son a su vez nombres propios con voz propia. El contrabajo guitarrero de Berglund o la batería percusiva de Öström proporcionan parte fundamental del sonido E.S.T.
Seven days of falling no supone mayores novedades en el discurrir del trío sueco aunque sí depara una curiosidad. La última pista del disco contiene una canción "fantasma" con la voz de Josh Haden, hijo del genial contrabajista Charlie Haden.
Carlos Pérez Cruz