Club de Jazz 6/05/2024
Daniel Cano

Conciertos

Linda May Han Oh + Akua Allrich & Herman Burney
The Fridge, Washington DC, 2 de diciembre de 2017
Músicos: Akua Allrich (voz), Herman Burney (contrabajo); Linda May (contrabajo), Ben Wendel (saxo tenor), Matt Mitchell (Rhodes), Joe Dyson (batería)

Linda Oh - Washington DC, 2/12/2017

La historia del jazz se escribe allá donde los focos no iluminan, a mayor profundidad de la que es seguro que circulen los trenes del Metro. La de Linda May Han Oh en Washington DC, en un oscuro callejón, uno de esos lugares al que muchas guías de viaje desaconsejarían entrar. Costaba imaginar que tras esa puerta tatuada con graffitis se encontrara una galería de arte, pero muchas expresiones artísticas contemporáneas se desarrollan en los patios traseros de nuestras ciudades. The Fridge acoge algunas de ellas a espaldas de la calle 8, en el sureste de la capital estadounidense, y en esta ocasión fue la serie 'Traveling loft' de CapitalBop, organización para la promoción del jazz en la ciudad.

Velada con dos platos y sin postre (hay quien dice que en USAmérica no se lleva el bis). Noche de mujeres, la vocalista Akua Allrich y la mentada contrabajista Linda Oh, pero especialmente de contrabajos, porque Allrich se apoyó exclusivamente en el de Herman Burney y el de Oh guió con severa y milimétrica precisión el paso de los suyos. El contraste de sonidos, expresión y flexibilidad entre ambos bajistas explicó muchas de las cosas que han cambiado en la historia del jazz, aunque la actuación de Akua Allrich se decantó más por los terrenos del soul y el folk, con devoción hacia la sudafricana Miram Makeba, y guiños jazzísticos a Monk y a Billy Strayhorn.

Allrich no engaña a nadie, se define como “soul singer” en su web, y tocó la del abarrotado The Fridge con buen rollo, simpatía y buena voz. El mayor mérito fue sostener toda su actuación en la compañía de Herman Burney, contrabajista baqueteado como sideman y experiencias previas con otras vocalistas como, por ejemplo, René Marie. El de Burney fue un trabajo fabuloso, expresivo en sus solos y seguro en la siempre compleja labor de acompañar el fraseo de Akua, incluso provocó algunas de las respuestas improvisadas de la vocalista, situándose en plano de igualdad. Sin embargo, para mí lo más interesante que aportó Burney fue el espejo con el que contrastar la labor posterior de Linda Oh. Cuando Oh abrió con un largo soliloquio su actuación, el reflejo fue el del sonido impoluto y de precisión quirúrgica de ella frente al más callejero de él. El de Burney abraza el “error”, mientras en Linda Oh sorprendería que hubiera uno.

Akua Allrich

A Oh la había escuchado anteriormente de la mano de Dave Douglas en varios de sus proyectos, incluido el que comparte el trompetista con Joe Lovano, y en la actualidad trabaja con Pat Metheny. ¡Poca broma! En Washington DC se presentó con un cuarteto para la ocasión, aunque el saxofonista Ben Wendel forma parte de su grupo habitual. Con Matt Mitchell había coincidido en los grupos de Dave Douglas; con el baterista Joe Dyson, en el cuarteto del saxofonista Jaleel Shaw. Oh alternó contrabajo y bajo eléctrico para defender material de su nuevo disco, Walk against wind, repertorio de elevada exigencia rítmica y carga eléctrica, acentuada en DC por la ausencia de piano y resuelta por un Rhodes en manos de uno de los músicos más interesantes del momento, Matt Mitchell, cooperador necesario de los complejos vericuetos armónicos y rítmicos de Tim Berne en el proyecto Snakeoil. Complejidad que, en el caso de la actuación que nos ocupa, sobreexcitó los sentidos por reiteración circense.

La de Oh es música tan metódica que eché de menos una mayor espontaneidad y balance. Los guiones de Linda Oh son así, y es legítimo que lo sean, claro, pero el concierto se movió continuamente en un rango rítmico, tímbrico y de intensidad bastante parecido, lo que restó fuerza al poderoso impacto inicial. Incluso las baladas se agitan inesperadamente, como si la sencillez estuviera penalizada, cuando precisamente el calor íntimo que desprendían era muy agradecido. Eso sí, en una de ellas, Speech impediment -historia de un hombre que ama a una mujer pero que tiene un defecto en el habla y le cuesta comunicárselo-, la ebria desafinación de Wendell en la exposición temática, como expresión de la dificultad comunicativa, fue todo un puntazo.

El público acabó en pie con Linda Oh y agradeció con entusiasmo la presentación del dúo local. Para mí faltó algo del soul de Allrich en el cuerpo sonoro de Oh, en una noche de espejos históricos que sirvió de reflexión sobre la extraordinaria personalidad que requiere la música para trascender sus contradicciones. Incluso las de quien esto escribe.

Carlos Pérez Cruz

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