Club de Jazz 15/04/2024
Marta Sánchez

Reseñas de discos

Albert Cirera & Tres Tambors - Els encants
Fresh Sound New Talent - 2012
Año: 2012
Sello: Fresh Sound New Talent
Músicos: Albert Cirera (saxo tenor), Marco Mezquida (piano), Marko Lohikari (contrabajo), Òscar Domènech (batería)

Albert Cirera & Tres Tambors - Els encants

Con el tiempo, quien firma estas líneas ha ido aprendiendo que, si tuviera que destacar una virtud, esa sería la paciencia y todo cuanto la acompaña, porque se ha convertido casi una declaración de principios en una época de urgencias, prisas, llegar pronto y marcharse antes, de miedo a tomarse el tiempo necesario para dibujar un gesto, esbozar una idea y explorarla porque cabe la posibilidad de acabar en un callejón sin salida; cabe la posibilidad --¿acaso hay mayor pecado hoy?-- de haber perdido el tiempo.

Vivimos con urgencia, aunque no sepamos adónde ha de conducirnos todo este frenesí. Casi todo es de usar y tirar, casi todo tiene una fecha de caducidad aterradoramente cercana. Por eso sorprende descubrir de vez en cuando a irreductibles que deciden ir por la vida a 33 revoluciones por minuto en lugar de a 78, o incluso a menos (qué extraño, ridículo o insensato resulta que los músicos, castigados como los que más por la falta de oportunidades, hayan sucumbido a esta locura, cuando no debería haber mejor aliciente que las condiciones, o, mejor dicho, la falta de condiciones, para resistir y plantar cara: si todo proyecto nuevo, por interesante que sea, va a tener un periodo de vida estúpidamente corto, ¿por qué no pervertir el sistema y apostar por consolidar lo que ya se ha hecho?); a alguien que, además de los muchos proyectos en los que participa, en ocasiones como colíder, en ocasiones como un miembro más, ha sabido ir creando con el tiempo un espacio propio para dar salida a otra faceta de su personalidad musical y contarnos de dónde viene, observar a su alrededor --de nuevo tomarse el tiempo necesario-- para elegir a los mejores músicos para esta aventura, componer y componer durante los años de formación y de profesión y tener la serenidad y la distancia crítica suficiente para entender que existe un hilo conductor entre todas esas obras y que las obras de juventud pueden ganar con el paso del tiempo.

Pero sorprende, sobre todo, que todo este se dé en el primer trabajo como líder de un joven músico (es cierto que no le falta experiencia, que a lo largo de los años ha acumulado premios, elogios y padrinazgos, pero una cosa es formar parte de una aventura conjunta y otra muy distinta tomar las riendas de la situación), como también maravilla la madurez con la que Albert Cirera ha decidido afrontar este proyecto al que presta su nombre porque, escuchando Els encants, se intuye algo más. No es este uno de esos discos de debut al uso, una colección de temas, propios o ajenos, elegidos expresamente para lucimiento del líder, trabajos, por así decirlo, un tanto tramposos pues el deseo de agradar, la presión por quedar bien en su presentación en sociedad, la idea de que este primer disco permita poner una pica en el Flandes del mercado discográfico hacen que el riesgo desaparezca y se opte por un salto con demasiadas redes; no es este uno de esos discos que plantea demasiadas preguntas para las que el músico a menudo todavía no tiene respuestas. Cirera ha optado por todo lo contrario: quiere que se sepa de dónde viene, cómo ha llegado a estos temas, que se reconozca en cada una de las pistas (habrá que ir hasta el fondo de la pieza a veces, pero ahí está) al mismo músico al que tal vez se ha visto en otros contextos (más contemporáneos, más arriesgados, más tradicionales, más lúdicos). Allá donde muchos músicos optaban por un “Introducing...” aséptico, Albert Cirera lanza un órdago a la grande y entiende estos encants como una especie de Bildungsroman acústico. Porque los siete temas que componen el disco reflejan distintas etapas de la formación del saxofonista: piezas escritas a partir de vivencias pasadas, composiciones que surgen de un ejercicio de clase, del desafío que plantea un profesor, temas pensados para proyectos que finalmente no vieron la luz. Todo eso es Albert Cirera: el “discípulo” de Ornette (“Ornette’s Museum”) o del Charles Lloyd más místico (“8.1”), el furioso improvisador que se lanza al abismo sin saber qué le espera (“Infección”), el músico capaz de transformarse, y su cuarteto con él, en el intérprete de una delicada balada de regusto añejo (“Beautiful”), el saxofonista que acerca su música a un jazz más desenfadado (“Paco el Bala”)...

Pero la madurez de Cirera no se limita simplemente a la sinceridad con la que ha elegido el repertorio de estos Encants. También hay madurez en la elección de los músicos que le acompañan en este viaje. Todos ellos son músicos excelentes, de sobras conocidos en la escena barcelonesa, pero escuchando el disco se diría que ellos y nadie más que ellos podían tocar estos temas. Si Marco Mezquida vuelve a demostrar, una vez más (y ya van...), que es tan versátil como el líder del cuarteto, que es capaz de moverse con la misma soltura por todos los terrenos que le propone el saxofonista y que, como este, sabe asumir perfectamente en todo momento los distintos papeles que le depara la música en cada momento --basta con prestar atención a sus intervenciones en dos temas tan alejados estilísticamente como “Beautiful” e “Infección”--, la sección rítmica formada por Marko Lohikari al contrabajo y Òscar Domènech a la batería es todo lo que un grupo necesita: un sólido par motor cuando hay que propulsar la música, dos osados aventureros cuando la música exige abertura de miras, riesgo y olvidarse de mirar atrás, dos discretos actores secundarios de lujo cuando de lo que se trata es de trabajar para que quien lleva la voz cantante destaque y dos solistas de muchos quilates cuando les ceden a ellos la palabra.

En el fondo, quien haya seguido la trayectoria de Albert Cirera seguramente ya esperaba un trabajo de tanta enjundia como este, porque sobraban los elementos para saber que el día que diera este paso el resultado sería excelente. Pero faltaba que llegara ese momento. Aquí está.

Ferran Esteve

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