Club de Jazz 25/03/2024
Adrián Royo

Conciertos

Shelter (Ken Vandermark, Nate Wooley, Jasper Stadhouders, Steve Heather)
'Matadeixe' (Azkoitia) || 22 de marzo de 2017
Músicos: Ken Vandermark (saxo tenor y clarinete), Jasper Stadhouders (guitarra y bajo eléctricos), Steve Heather (batería y noise box), Nate Wooley (trompeta)

Shelter || Azkoitia

El saxo de Ken Vandermark tiene una cualidad inflamable característica que prende la mecha de sus grupos con un fogonazo sonoro marca de la casa. Ese lengüetazo es la llama que incendia a sus compañeros, una descarga eléctrica que enciende el nervio de la música, rica en matices, a pesar de la virulencia de su piel. Pasan los años, y el saxofonista con base en Chicago mantiene inalterable su compromiso con la creatividad y el momento.

El momento, el directo, el aquí y el ahora es donde Vandermark se mueve con la naturalidad de los mejores animales de escenario, a pesar de que su discografía sea tan imposible de seguir por volumen. Lo es porque siempre está creando nuevas alianzas, y es importante dejar testimonio de ellas. Una de las últimas es Shelter, cuarteto que se (y te) refugia en cuatro historias individuales que dan lugar a una criatura sónica que lo mismo camina marcial que dinamita cualquier lógica rítmica y armónica para parir una hermosa cacofonía de voces simultáneas. De pronto, esa simultaneidad perfila armonías y melodías de corte etíope (o vaya usted a saber), lo mismo que se transforma en un juego casi infantil de sencillas melodías saboteadas por la ironía y el sentido del humor más cáustico.

Shelter || Ken Vandermark, Nate Wooley

Lo que sucede con Shelter es la lógica propia de aquellos proyectos que surgen por el encuentro de historias que se ponen en común, no que recrean ni buscan un estilo concreto. Grupos que, en el espíritu de la mejor música creativa, eluden la restricción de las etiquetas y se (re)inventan en cada actuación. Están, claro, los referentes del jazz más libre, del rock más afilado, del minimalismo, del ruidismo, del folclore, de la electrónica..., pero por sí mismos no dicen nada, porque están tan cargados de connotaciones que no sirven para contarle a nadie a qué suena un proyecto como éste que es de música viva y mutante.

Shelter privilegia el colectivo, pero abre generosos espacios para el ingenio individual, lo que permite disfrutar de la evolución del lenguaje trompetístico que propone desde hace años Nate Wooley, cuyo virtuosismo, contra lo que suele ser costumbre en este instrumento, tiene más que ver en su trabajo con las notas graves y pedales que con artificios del agudo. Nada de lo que él hace se enseña en un conservatorio, sino que es resultado de la misma curiosidad, trabajo y empeño con el que Jasper Stadhouders ha llegado a la conclusión de que una guitarra le puede servir (literalmente) de pedalera mientras le proporciona magma y gravedad al cuarteto o Steve Heather, en la mejor tradición de los bateristas creativos, no sólo es ritmo, sino también textura.

El silencio, que también es parte de la música de Shelter, fue el asombroso, agradecido e infrecuente condimento con el que el público se chutó y permitió la música del cuarteto. Insólito espacio el de este antiguo matadero de Azkoitia (lugar en medio de ninguna parte), cooperativa desde hace un cuarto de siglo, en el que el personal -hombres en un 99%- siguió de pie la actuación. Quizá es que la música les dejó sin habla. Sea como fuere, se aplaudió con entusiasmo. El mismo con el que agradezco el cariñoso trato recibido y las facilidades para trabajar. ¡Larga vida!

Texto y fotografías: Carlos Pérez Cruz

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