Club de Jazz 15/04/2024
Marta Sánchez

Conciertos

Paolo Angeli
Instituto Italiano de Cultura, Embajada de Italia, Washington DC, 30 de enero de 2018
Músicos: Paolo Angeli (guitarra sarda modificada)

Paolo Angeli (Washington DC, 30 enero 2018)

Al acabar el viaje, todavía con el cuerpo afectado por el oleaje, mientras nos bajábamos poco a poco de la barca y con los pies dibujando las primeras huellas en la arena, uno de los viajeros de la abarrotada embarcación le preguntó a Paolo si en alguna ocasión había compuesto una banda sonora de película. La travesía por la que nos había guiado el sardo había sido profundamente estimulante en lo visual, como si el guitarrista (que toca "una guitarra que ya no es nunca más guitarra") apelara tanto al oído como a nuestra memoria paisajística. Angeli evoca espacios, pero no los impone. No describe al detalle, no es música retratista, pero alberga texturas terrosas y colores ocres, densos azules del mar e intensa luz mediterránea. Sobre todo eso. Paolo es Mediterráneo.

La vida está llena de paradojas, y el maestro sardo propuso mediado el concierto una larga suite inspirada en la tragedia de las miles de muertes de emigrantes en el Mediterráneo dentro de una institución tan oficialista como es el Instituto Italiano de Cultura de Washington DC, que tiene su sede en la Embajada de Italia. "Europa cierra los ojos", dijo Paolo dentro de una de sus pupilas. El guitarrista (con perdón) los tiene bien abiertos y sensibilidad como para horrorizarse y, a su vez, encontrar en el fondo del mar el aliento que otros perdieron para reciclarlo en latidos que dan pulso a una música circular, bella e intensa. El sentido circular está muy presente en los desarrollos de Paolo, cuya profundidad intensifica con las variaciones temáticas y tímbricas que le permite su maravillosa criatura instrumental, esa guitarra sarda modificada tan característica que le permite poner pies en todas las orillas de la música popular. Lo mismo puede ser bajo que guitarra eléctrica que laud que kalimba, occidental que oriental, con su barca siempre en medio del Mediterráneo y un ojo a cada lado. Un hombre orquesta que crea sus propias percusiones y bajos mientras desarrolla de forma simultánea la inventiva rítmica, armónica y melódica.

Paolo Angeli (Washington DC, 30 enero 2018)

Aferrado al timón de su barca tuneada, Paolo Angeli pone rumbo a diferentes puntos de referencia, islas que son reposo y faro de una navegación abierta al capricho de los vientos y las mareas. Pero, como experto marinero que es este barcelonés de adopción, jamás pierde el control. Por el aire llegan los ecos de la llamada del muecín a la oración tanto como los lamentos de una madre, el crujido de la madera de la barca o el percutir de la tierra que pisan los que caminan al sur. Paolo oficia una ceremonia sagrada en su profunda convicción humanista, un rito de raíces medievales con ramas radicalmente contemporáneas que se filtra por los poros y te envuelve como una manta térmica. Un trance febril e hipnótico que somete con delicadeza y transforma por completo las percepciones.

Tanto las transforma que resulta decepcionante comprobar al despertar que la arena era moqueta, omnipresente en Estados Unidos. La noche en que Trump (lo siento, sé que llegados a este punto del artículo escribir 'Trump' es como el despertador que irrumpe a hostias en el sueño) vendía al mundo su particular distopía en el discurso sobre el Estado de la Unión, Paolo Angeli ofreció uno alternativo para soñadores despiertos y en alerta. Realista y utópico a partes iguales, consciente pero dirigido al inconsciente. Una bálsamo de belleza en medio del cenagal. ¡Viva Paolo!

Carlos Pérez Cruz

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