Decirlo se dice rápido: Club de Jazz cumple 21 años. Sumarlos ha costado un poco más. En esta era del consumo fugaz, de la (in)digestión inmediata, no está de más recordarlo. Han sido dos décadas de esfuerzo, descubrimiento, aprendizaje, escucha, lectura y conversación. De curiosidad. Hoy sé algo más sobre estas músicas que en 2001, pero siempre habrá artistas que me sigan emocionando y despertando la curiosidad.
Sin músicos y músicas creando no habría programa. Sin colaboradores habría menos variedad de enfoques. Sin las portadas y diseños de Fran Pontenpié no luciríamos tan elegantes. ¡Cada semana una obra de arte! Y sin oyentes tendríamos que dejarlo, claro. En momentos de desánimo han llegado mensajes y palabras de agradecimiento que me han aplacado la tentación de bajar la persiana. Motivos nunca faltan.
21 años. Este aniversario es diferente. El primero en el que soplaremos las velas con el programa disponible solo para suscriptores. El Club nunca pretendió ser exclusivo, pero no se dan las condiciones para seguir en abierto sin bajar el nivel. Cada programa conlleva tiempo de escucha, selección, correspondencia, documentación, conversación, transcripción, traducción y doblaje (para las entrevistas en inglés), guionización, locución, edición, montaje, publicación y difusión. Tiempo y dinero.
Vivimos en un país en el que llegó a existir un programa semanal de jazz en la televisión pública e incluso revistas periódicas en papel. Lo que un día llegó a ser profesional ha sido reemplazado por el voluntarismo. Insistir en el empeño de hacer un programa profesional de radio vestido de podcast puede parecer una quijotada. Hacerlo de pago, una quimera. Pero el jazz y las músicas improvisadas merecen la pena. Presentarlas en condiciones, también.
Allá voy, allá vamos... De cabeza a una piscina por llenar, pero con ilusión de caer en agua. Si has llegado a esta altura del texto, te lo aseguro: contribuir con un manguerazo es más sencillo y menos farragoso. No te lo pienses mucho, ¡que la fuerza de la gravedad no descansa! Y GRACIAS, por supuesto.
Carlos Pérez Cruz
Nota: La ilustración es de Fran Pontenpié. Fue portada de la edición del 6 de julio de 2020.
